Os invito a que miréis estos vídeos en los que Emilio Calatayud, el juez conocido por las sentencias ejemplaras que emite, propone que se trabaje conjuntamente desde sanidad, educación y justicia.
sábado, 10 de mayo de 2008
viernes, 2 de mayo de 2008
La Ilusión Trágica
“Imagine lo que imagine el poeta, el poeta furtivo, el "dios de lo efímero" -que piensa y canta creando con sus palabras la ilusión de un mundo, mientras el mundo de verdad (no el "verdadero") va rodando por su parte, errante de meta en meta, en un juego mezcla de ser y de apariencia en el que nos introduce burlándose eternamente de nosotros-, siempre será dentro de un orden racional, siempre serán imágenes y palabras dentro del círculo. Lo real no existe para el hombre (¿hay otro mundo que el mío?); como no existe para Dios: cree lo que cree Dios siempre será El mismo (¿hay algo más?). Lo malo es dar a esas creaciones otra forma -objetiva, se dice- que la propia, como hace la ciencia positiva, o buscar una salida -mítica- donde no tiene ni sentido su búsqueda, como hace la religión positiva.
La tensión extrema sin salida se produce en la mente, que no puede acceder sino conceptual o lingüísticamente a las cosas, que no puede sino metaforizarlas, representárselas, y representárselas así, en una estructura circular de conceptos y palabras de la que no puede salir y donde no están realmente ellas. (¿Importa tanto lo real? ¿No es otro concepto más?
Si no se preguntara uno con tanta insistencia -innecesaria- por ello desaparecerían, sin sentido, la mayoría de los problemas y tensiones del lenguaje.
¿Cómo salir de la ilusión sin falsas ilusiones? ¿Cómo salir de sí, del círculo del pensamiento y del lenguaje? Todas las salidas del círculo van al infinito de sus rodadas. La voluntad de poder y de vida (voluntad trágica -por su autenticidad- de consciencia y de asunción de lo real tal cual es -como ilusión, decíamos-) va siempre unida al eterno retorno, y todas sus ansias van a dar y se pierden a él. Todas esas ansias o ilusiones que se resumen en el deseo supremo de imprimir al devenir el carácter del ser: "ésa es la voluntad suprema de poder", dice Nietzsche. Una voluntad que se encierra definitivamente en el círculo: "que todo vuelve es la aproximación suprema de un mundo del devenir a uno del ser, la cumbre de la consideración de las cosas".Y lo que vuelve siempre, vuelva lo que vuelva en cada caso, es el pensar mismo y su lenguaje. Y lo que ha de caracterizar esencialmente ese pensar no degenerado es la perspectiva del círculo, su consciencia (ésa es su voluntad de poder como cumbre de la consideración de las cosas): la conciencia de soledad o encierro del pensador que sabe que el pensar es definitivo, que no se puede sino pensar y que lo pensado es siempre algo pensado.”
La tensión extrema sin salida se produce en la mente, que no puede acceder sino conceptual o lingüísticamente a las cosas, que no puede sino metaforizarlas, representárselas, y representárselas así, en una estructura circular de conceptos y palabras de la que no puede salir y donde no están realmente ellas. (¿Importa tanto lo real? ¿No es otro concepto más?
Si no se preguntara uno con tanta insistencia -innecesaria- por ello desaparecerían, sin sentido, la mayoría de los problemas y tensiones del lenguaje.
¿Cómo salir de la ilusión sin falsas ilusiones? ¿Cómo salir de sí, del círculo del pensamiento y del lenguaje? Todas las salidas del círculo van al infinito de sus rodadas. La voluntad de poder y de vida (voluntad trágica -por su autenticidad- de consciencia y de asunción de lo real tal cual es -como ilusión, decíamos-) va siempre unida al eterno retorno, y todas sus ansias van a dar y se pierden a él. Todas esas ansias o ilusiones que se resumen en el deseo supremo de imprimir al devenir el carácter del ser: "ésa es la voluntad suprema de poder", dice Nietzsche. Una voluntad que se encierra definitivamente en el círculo: "que todo vuelve es la aproximación suprema de un mundo del devenir a uno del ser, la cumbre de la consideración de las cosas".Y lo que vuelve siempre, vuelva lo que vuelva en cada caso, es el pensar mismo y su lenguaje. Y lo que ha de caracterizar esencialmente ese pensar no degenerado es la perspectiva del círculo, su consciencia (ésa es su voluntad de poder como cumbre de la consideración de las cosas): la conciencia de soledad o encierro del pensador que sabe que el pensar es definitivo, que no se puede sino pensar y que lo pensado es siempre algo pensado.”
(ISIDORO REGUERA: Metafísica trágica y Metafísica digital del lenguaje (El círculo nietzscheano y la reversibilidad virtual)
jueves, 1 de mayo de 2008
Contra los poetas
"(...)Permitidme que os muestre la siguiente escena... Imaginémonos que en un grupo de más de diez personas una de ellas se levanta y se pone a cantar. Su canto aburre a la mayoría de los oyentes; pero el cantante no quiere darse cuenta de ello; no, él se comporta como si encantara a todo el mundo; pretende que todos caigan de rodillas ante esa Belleza, exige un reconocimiento incondicional a su papel de Vate; y aunque nadie le da mayor importancia a su canto, él adopta una expresión como si su palabra tuviera un significado decisivo para el mundo; lleno de fe en su Misión Poética lanza anatemas, truena, se agita en un vacío; pero, es más, no quiere reconocer ante la gente ni ante sí mismo que este canto le aburre hasta a él, le atormenta y le irrita, puesto que él no se expresa de una manera desenvuelta, natural ni directa, sino en una forma heredada de otros poetas, una forma que perdió hace tiempo el contacto con la directa sensibilidad humana; y así no sólo canta la Poesía, sino que también se embelesa con la Poesía; siendo Poeta, adora la grandeza y la importancia del Poeta; no sólo pretende que los demás caigan de rodillas ante él, sino que él mismo cae de rodillas ante sí mismo. ¿No podría decirse de ese hombre que ha decidido llevar un peso excesivo sobre sus espaldas? Puesto que no sólo cree en la fuerza de la poesía, sino que se obliga a sí mismo a esta fe, no sólo se ofrece a los demás, sino que los obliga a que reciban este don divino como si fuera una hostia. En un estado espiritual tan hermético, ¿dónde puede surgir una grieta por la cual desde el exterior pudiese penetrar la vida? Y al fin y al cabo no hablamos aquí de un cantor de tercera fila, no, todo esto también se refiere a los poetas más célebres, a los mejores.Si al menos el poeta supiera tratar su canto como una pasión, o como un rito, si al menos cantara como los que tienen que cantar, aun sabiendo que cantan en el vacío. Si en lugar de un orgulloso «yo, Poeta» fuese capaz de pronunciar estas palabras con vergüenza o con temor... o hasta con repulsión... ¡Pero no! ¡El Poeta tiene que adorar al Poeta!Esta impotencia ante la realidad caracteriza de manera contundente el estilo y la postura de los poetas. Pero el hombre que huye de la realidad ya no encuentra apoyo en nada..., se convierte en juguete de los elementos. A partir del momento en que los poetas perdieron de vista al ser humano concreto para fijar la mirada en la Poesía abstracta, ya nada pudo frenarlos en la pendiente que conducía directamente al precipicio del absurdo. Todo empezó a crecer espontáneamente. La metáfora, privada de cualquier freno, se desencadenó hasta tal punto que hoy en los versos no hay más que metáforas. El lenguaje se ha vuelto ritual: esas «rosas», esos «ocasos», esas «añoranzas» o esos «dolores», que antaño poseían cierto frescor, a causa de un uso excesivo se han convertido en sonidos vacíos; y esto mismo se refiere a los más modernos «semáforos» y demás «espirales». El estrechamiento del lenguaje va acompañado del estrechamiento del estilo, lo cual ha provocado el que hoy en día los versos no sean más que una docena de «vivencias» consagradas, servidas en insistentes combinaciones de un vocabulario mísero. A medida que el Estrechamiento se iba volviendo cada vez más Estrecho, también la Belleza no frenada por nada se volvía cada vez más Bella, la Profundidad cada vez más Profunda, la Nobleza cada vez más Noble, la Pureza cada vez más Pura. Si por un lado el verso, privado de frenos, se ha hinchado hasta alcanzar las dimensiones de un poema gigantesco (similar a una selva conocida de verdad sólo por unos cuantos exploradores), por otro lado empezó a condensarse reduciéndose a un tamaño ya demasiado sintético y homeopático. Asimismo se empezó a hacer descubrimientos y experimentos con cara de ser los únicos enterados; y, repito, ya nada es capaz de frenar esta aburrida orgía. Porque no se trata aquí de la creación de un hombre pare otro hombre, sino de un rito celebrado ante un altar. Y por cada diez versos, habrá al menos uno dedicado a la adoración del Poder de la Palabra Poética o a la glorificación de la vocación del Poeta.
(…)Si dejamos aparte las obras y nos ocupamos de las personas de los poetas y del mundillo que estas personas crean con sus fieles y sus acólitos, nos sentiremos aún más sofocados y aplastados. Los poetas no sólo escriben 'para los poetas, sino que también se alaban mutuamente y mutuamente se rinden honores unos a otros. Este mundo, o mejor dicho, este mundillo, no difiere mucho de otros mundillos especializados y herméticos: los ajedrecistas consideran el ajedrez como la cumbre de la creación humana, tienen sus jerarquías, hablan de Capablanca con el mismo sentimiento religioso que los poetas de Mallarmé, y uno confirma al otro en la convicción de su propia importancia. Pero los ajedrecistas no pretenden tener un papel tan universal, y lo que después de todo se puede perdonar a los ajedrecistas, se vuelve imperdonable en el caso de los poetas. Como consecuencia de semejante aislamiento, todo aquí se hincha, y hasta los poetas mediocres se hinchan de manera apocalíptica, mientras problemas insignificantes cobran una importancia desorbitada. Recordemos, por ejemplo, las tremendas polémicas acerca del tema de las asonancias, y el tono en que se discutía esta cuestión: parecía entonces que el destino de la humanidad dependiera de si era lícito rimar de forma asonante. Es lo que ocurre cuando el espíritu del gremio llega a dominar al espíritu universal.Otro hecho no menos vergonzoso es la cantidad de poetas. A todos los excesos mencionados más arriba, hay que añadir el exceso de vates. Estas cifras ultrademocráticas hacen explotar desde dentro la orgullosa y aristocrática fortaleza poética; realmente resulta bastante divertido verlos a todos juntos en un congreso: ¡qué multitud de seres más peculiares! Pero ¿es que el arte que se celebra en el vacío no es el terreno ideal para aquellos que justamente no son nadie, cuya personalidad vacía se desahoga encantada en esas formas limitadas? Y lo que ya es verdaderamente ridículo son esas críticas, esos articulillos, aforismos y ensayos que aparecen en la prensa sobre el tema de la poesía. Eso sí que es vanilocuencia, una vanilocuencia pomposa y tan ingenua, tan infantil, que uno no puede creer que hombres que se dedican a escribir no perciban la ridiculez de semejante publicística. Hasta ahora no han comprendido esos estilistas que de la poesía no se puede escribir en tono poético, por lo que sus gacetillas están repletas de semejantes elucubraciones poetizantes. También es muy grande la ridiculez que acompaña los recitales, concursos y manifiestos, pero supongo que no vale la pena extenderse más sobre ello."
(…)Si dejamos aparte las obras y nos ocupamos de las personas de los poetas y del mundillo que estas personas crean con sus fieles y sus acólitos, nos sentiremos aún más sofocados y aplastados. Los poetas no sólo escriben 'para los poetas, sino que también se alaban mutuamente y mutuamente se rinden honores unos a otros. Este mundo, o mejor dicho, este mundillo, no difiere mucho de otros mundillos especializados y herméticos: los ajedrecistas consideran el ajedrez como la cumbre de la creación humana, tienen sus jerarquías, hablan de Capablanca con el mismo sentimiento religioso que los poetas de Mallarmé, y uno confirma al otro en la convicción de su propia importancia. Pero los ajedrecistas no pretenden tener un papel tan universal, y lo que después de todo se puede perdonar a los ajedrecistas, se vuelve imperdonable en el caso de los poetas. Como consecuencia de semejante aislamiento, todo aquí se hincha, y hasta los poetas mediocres se hinchan de manera apocalíptica, mientras problemas insignificantes cobran una importancia desorbitada. Recordemos, por ejemplo, las tremendas polémicas acerca del tema de las asonancias, y el tono en que se discutía esta cuestión: parecía entonces que el destino de la humanidad dependiera de si era lícito rimar de forma asonante. Es lo que ocurre cuando el espíritu del gremio llega a dominar al espíritu universal.Otro hecho no menos vergonzoso es la cantidad de poetas. A todos los excesos mencionados más arriba, hay que añadir el exceso de vates. Estas cifras ultrademocráticas hacen explotar desde dentro la orgullosa y aristocrática fortaleza poética; realmente resulta bastante divertido verlos a todos juntos en un congreso: ¡qué multitud de seres más peculiares! Pero ¿es que el arte que se celebra en el vacío no es el terreno ideal para aquellos que justamente no son nadie, cuya personalidad vacía se desahoga encantada en esas formas limitadas? Y lo que ya es verdaderamente ridículo son esas críticas, esos articulillos, aforismos y ensayos que aparecen en la prensa sobre el tema de la poesía. Eso sí que es vanilocuencia, una vanilocuencia pomposa y tan ingenua, tan infantil, que uno no puede creer que hombres que se dedican a escribir no perciban la ridiculez de semejante publicística. Hasta ahora no han comprendido esos estilistas que de la poesía no se puede escribir en tono poético, por lo que sus gacetillas están repletas de semejantes elucubraciones poetizantes. También es muy grande la ridiculez que acompaña los recitales, concursos y manifiestos, pero supongo que no vale la pena extenderse más sobre ello."
WITOLD GOMBROWICZ texto extraído del Anexo del Diario I
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