“Imagine lo que imagine el poeta, el poeta furtivo, el "dios de lo efímero" -que piensa y canta creando con sus palabras la ilusión de un mundo, mientras el mundo de verdad (no el "verdadero") va rodando por su parte, errante de meta en meta, en un juego mezcla de ser y de apariencia en el que nos introduce burlándose eternamente de nosotros-, siempre será dentro de un orden racional, siempre serán imágenes y palabras dentro del círculo. Lo real no existe para el hombre (¿hay otro mundo que el mío?); como no existe para Dios: cree lo que cree Dios siempre será El mismo (¿hay algo más?). Lo malo es dar a esas creaciones otra forma -objetiva, se dice- que la propia, como hace la ciencia positiva, o buscar una salida -mítica- donde no tiene ni sentido su búsqueda, como hace la religión positiva.
La tensión extrema sin salida se produce en la mente, que no puede acceder sino conceptual o lingüísticamente a las cosas, que no puede sino metaforizarlas, representárselas, y representárselas así, en una estructura circular de conceptos y palabras de la que no puede salir y donde no están realmente ellas. (¿Importa tanto lo real? ¿No es otro concepto más?
Si no se preguntara uno con tanta insistencia -innecesaria- por ello desaparecerían, sin sentido, la mayoría de los problemas y tensiones del lenguaje.
¿Cómo salir de la ilusión sin falsas ilusiones? ¿Cómo salir de sí, del círculo del pensamiento y del lenguaje? Todas las salidas del círculo van al infinito de sus rodadas. La voluntad de poder y de vida (voluntad trágica -por su autenticidad- de consciencia y de asunción de lo real tal cual es -como ilusión, decíamos-) va siempre unida al eterno retorno, y todas sus ansias van a dar y se pierden a él. Todas esas ansias o ilusiones que se resumen en el deseo supremo de imprimir al devenir el carácter del ser: "ésa es la voluntad suprema de poder", dice Nietzsche. Una voluntad que se encierra definitivamente en el círculo: "que todo vuelve es la aproximación suprema de un mundo del devenir a uno del ser, la cumbre de la consideración de las cosas".Y lo que vuelve siempre, vuelva lo que vuelva en cada caso, es el pensar mismo y su lenguaje. Y lo que ha de caracterizar esencialmente ese pensar no degenerado es la perspectiva del círculo, su consciencia (ésa es su voluntad de poder como cumbre de la consideración de las cosas): la conciencia de soledad o encierro del pensador que sabe que el pensar es definitivo, que no se puede sino pensar y que lo pensado es siempre algo pensado.”
La tensión extrema sin salida se produce en la mente, que no puede acceder sino conceptual o lingüísticamente a las cosas, que no puede sino metaforizarlas, representárselas, y representárselas así, en una estructura circular de conceptos y palabras de la que no puede salir y donde no están realmente ellas. (¿Importa tanto lo real? ¿No es otro concepto más?
Si no se preguntara uno con tanta insistencia -innecesaria- por ello desaparecerían, sin sentido, la mayoría de los problemas y tensiones del lenguaje.
¿Cómo salir de la ilusión sin falsas ilusiones? ¿Cómo salir de sí, del círculo del pensamiento y del lenguaje? Todas las salidas del círculo van al infinito de sus rodadas. La voluntad de poder y de vida (voluntad trágica -por su autenticidad- de consciencia y de asunción de lo real tal cual es -como ilusión, decíamos-) va siempre unida al eterno retorno, y todas sus ansias van a dar y se pierden a él. Todas esas ansias o ilusiones que se resumen en el deseo supremo de imprimir al devenir el carácter del ser: "ésa es la voluntad suprema de poder", dice Nietzsche. Una voluntad que se encierra definitivamente en el círculo: "que todo vuelve es la aproximación suprema de un mundo del devenir a uno del ser, la cumbre de la consideración de las cosas".Y lo que vuelve siempre, vuelva lo que vuelva en cada caso, es el pensar mismo y su lenguaje. Y lo que ha de caracterizar esencialmente ese pensar no degenerado es la perspectiva del círculo, su consciencia (ésa es su voluntad de poder como cumbre de la consideración de las cosas): la conciencia de soledad o encierro del pensador que sabe que el pensar es definitivo, que no se puede sino pensar y que lo pensado es siempre algo pensado.”
(ISIDORO REGUERA: Metafísica trágica y Metafísica digital del lenguaje (El círculo nietzscheano y la reversibilidad virtual)
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