sábado, 21 de marzo de 2009

CULOS SINESTÉSICOS

La sinestesia es la capacidad de experimentar sensaciones de una modalidad particular a partir de la recepción de estímulos de otra modalidad distinta. De este modo, por ejemplo, alguien ve formas cuando escucha sonidos o es capaz de sentir sabores al ser afectado por un olor. Imaginen que un sujeto con tal capacidad asiste a una reunión, a un debate o a un foro y en vez de escuchar los mensajes de los presentes en su mente aparecen formas, colores y olores; si además los discursos son estúpidos, violentos y zahirientes es muy sencillo que la conciencia del espectador sinestésico comience a poblarse con imágenes de mierda y de grandes y pequeños mojones de la más diversa consistencia en correspondencia justa con las ondas de sonido que procesa. Naturalmente, un espectador así tiene dos opciones: cagarse en medio de la sala o buscar un retrete próximo donde responder a los interlocutores. En mi caso, no hace mucho, tuve que optar por la segunda solución y, mientras en un retrete público me daba al placer de la "coprorespuesta" , recordé un fragmento de La Crítica de la Razón Cínica de Sloterdijk que aquí transcribo.

CULOS

“El culo parece condenado a sustentar su existencia en la oscuridad, como si fuera el clochard entre las partes del cuerpo. Es el idiota de la familia. Sin embargo, sería un milagro si esta oveja negra del cuerpo no tuviera su propia opinión sobre todo lo que pasa en las regiones superiores, igual que a menudo los desclasados echan la mirada más atenta a la gente de las clases altas. Si la cabeza trabase conversación sólo una vez con su antípoda, entonces éste sería el primero en sacarle la lengua, si es que tuviera. Al igual que en la película didáctica Was heisst hier die Liebe, el culo diría a las esferas superiores: me parece que nuestra relación está cagada



El culo es el plebeyo, el demócrata de base y el cosmopolita entre las partes del cuerpo, en una palabra, el órgano quínico elemental. Él suministra la sólida base materialista. En los retretes de todos los países de caballeros, está en su casa. La internacional de los culos es la única organización que abarca el mundo, organización que renuncia a estatutos, ideologías y aportaciones de sus miembros. No tiene que apelar a su solidaridad. Jugando, el culo vence todas las fronteras, a diferencia de la cabeza, para la que las fronteras y las posesiones significaban mucho. Sin objeciones se acurruca en esta o en aquella silla. A un culo no corrompido no le impone especialmente la diferencia entre un trono y un retrete de cuclillas, un banco o una asanta sede. Incluso puede ser el suelo, si no quiere estar más de pie, una vez cansado. Esta inclinación a lo elemental y a lo fundamental predispone al culo particularmente a la filosofía. Él registra bien los matices, pero no se le ocurrirá darles tanta importancia como a las cabezas orgullosas que por la ocupación de sillas se golpean hasta la sangre. Jamás pierde de vista aquello de lo que en última instancia depende todo: el suelo firme. Incluso en el sentido erótico, a menudo el culo se muestra al mismo tiempo lleno de sentimiento y reflexivo. No se manifiesta más escrupuloso de lo que es necesario. Incluso allí es capaz de superar fácilmente las fronteras y las exclusividades presuntuosas. Cuando en su tiempo a la famosa Arletty se le reprochó haber tenido relaciones sexuales con los ocupantes alemanes, parece que su respuesta fue: Mon coeur est français, mais mon cul est international. Como representante decidido del principio quínico (poder vivir por doquier, reducción a lo más esencial), apenas puede estatalizarse el culo, aunque no se pueda negar que muchos anos han dejados sonidos nacionalistas.

Azotado, pisado y maltratado, el culo posee una imagen del mundo plebeya, popular, realista. Milenios de maltrato ínfimo han pasado por él no sin dejar huella. Éstos lo han educado haciéndolo un materialista, pero un materialista de orientación dialéctica que parte de que las cosas están cagadas pero no son desesperadas. Nada amarga tanto como el sentimiento de no ser bienvenido. Sólo el tono armónico de fascinación que se percibe a través de tanto desprecio da al oprimido un secreto sentimiento de poder. Una cosa que se calla tan tenazmente, aunque no se pueda eludir, tiene que tener un gran poder sobre los espíritus. Detrás de los tacos más fuertes se esconden a menudo las mejores energías. Es como si todos los traseros despreciados esperaran su hora para festejar la revancha en el futuro visible, cuando todo vuelve a ser culo. Sentimiento de época es en verdad uno de sus puntos fuertes, pues los culos desarrollan desde temprano un sentimiento para todo aquello que tiene que ser rápido , para aquello que se puede anticipar, y para aquello que se puede dejar esperar con una constante paciencia hasta el día del Juicio Final. Esto es precisamente el arte político que hoy día se designa como timing y que tiene sus raíces en una praxis, que ya ejercitan los culos infantiles, de realizar lo que se debe en el tiempo adecuado, ni demasiado pronto ni demasiado tarde.

El culo triunfa secretamente a través de la conciencia, que no marcha sin él. El ser ahí precede al ser así; en primer lugar la existencia, después las cualidades; en primer lugar la realidad, después lo bueno y lo malo, lo de arriba y lo de abajo. De esta manera, los culos son, aparte sus inclinaciones dialéctico-materialistas, también los primeros existencialistas. Éstos practican la dialéctica existencial por adelantado: ¿Debe uno decidir por eso que tiene que ser sin más, o elige uno la revuelta contra lo inevitable? Incluso quien se decide a abandonar las cosas a su propio curso ha decidido, como dice Sartre, no decidirse. La libertad se somete a la necesidad. Sin embargo, también puede decidirse en contra, naturalmente no en contra de que “tiene que”, pero sí en contra de que el “tener que” pueda hacer todo con él. Por el contrario, puede luchar en contra y aguantar lo que “tiene que” ser; entonces él es, con Camus, el hombre rebelde. Ningún hombre tiene que “tener que”, dice el Nathan de Lessing; la boca del pueblo añade: lo único que tiene que ser es cagar y morir. Esto sigue siendo el a priori quínico. El culo es, pues, de todos los órganos del cuerpo, el más cercano a la relación dialéctica de libertad y necesidad. Y no ha sido mera casulidad que el psicoanálisis –una disciplina inspirada de una manera totalmente quínica- le haya dedicado una investigación sutil y denominado un estadio antropológico fundamental, la fase anal, según las experiencias y destinos del culo. Sus temas son poder y no poder, “tener que” y no deber, tener y retener. El principio de rendimiento esta allí. Comprender el culo sería, por consiguiente, la mejor educación preescolar para la filosofía, la propedéutica somática. ¡Cuántas teorías estreñidas nos hubieran sido ahorradas! De nuevo es Diógenes quien se encuentra en este punto con nosotros. Él fue el primer filósofo europeo que en vez de palabras evacuaba en el ágora ateniense sus necesidades. Naturalia non sunt turpia. En la naturaleza no encontramos nada por lo que tengamos que avergonzarnos, dice. Una bestialidad real en espíritus pervertidos la encontramos justamente allí donde se introduce la arrogancia de la moral y la complicación de la cultura. No obstante, las cabezas no quisieron reconocer que esto era una temprana hora estelar de la razón, un momento en el que la filosofía había encontrado la equivalencia con el principio natural. Por un momento estuvo más allá del bien y del mal y más allá del hurgarse en la nariz. Por el contrario, los pensadores serios e aferran a su punto de vista; según ellos sólo puede haber sido una broma o una marranería provocativa. Éstos se niegan a sospechar un sentido productivo de la verdad en semejante manifestación.

PETER SLOTERDIJK: Crítica de la Razón Cínica; Ed. Siruela, 2003, pp.237-240


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