miércoles, 5 de marzo de 2008

¿Mujeres filósofas?

Ahora que rondamos el 8 de Marzo y las mujeres se convierten en estos días en objeto de exposición, conferencia, memoria, espectáculo y motivo de actos de la más diversa índole, entran deseos de guardar silencio por todas las mujeres ninguneadas, despreciadas, asesinadas, maltratadas y excluidas a lo largo del año. Habría que recuperar aquel viejo dicho para este ocho de marzo: "el que tenga algo que decir, que dé un paso al frente y se calle" Semanas como éstas sirven para que algún alumno haga la pregunta necesaria, acorde con el momento: ¿Existen mujeres filósofas? La pregunta surge de modo natural si echamos un vistazo a los contenidos que los diferentes currículos de las materias ofrecen, -de la mujer en ellos, todo en letra pequeña, con carácter transversal, como elemento complementario-. Y llega la gran semana y, claro está, la pregunta emerge. Umberto Eco en cierta ocasión dijo: No es que no hayan existido mujeres filósofas. Es que los filósofos han preferido olvidarlas, aunque ojalá después se hayan apropiado de sus ideas." No será en estos días donde relatemos la lista interminable de filósofas que se ha ido componiendo en los últimos años pero dejaré aquí un recuerdo por María Zambrano. La autora afirma en La mujer en la cultura medieval: “…el hombre en su idealismo inventa también a la mujer e inventa el amor…La mujer es una mujer que corresponde a la idea, a la idea platónica que como ellas es absoluta, es decir pura, y que como ella sirve de mediadora, de intermediaria. (…) Y aparece su carácter ideal en lo genérico de su rasgos, lo genérico y lo leve” . De este modo, el concepto, en cuanto idea, negó la existencia de las mujeres concretas, de carne y hueso, de lo que María Zambrano denominó “la mujer doméstica” y como resultado, el hombre podía venerar la idea de la mujer en cuanto símbolo de lo mistérico, de lo mágico o de lo oscuro, como venera otras muchas ideas, y a la vez despreciar a la mujer concreta de la que sólo solicitaba “quietud”, pasividad y una renuncia permanente a ser. Y el desprecio en ocasiones conduce a la muerte.
Escribía María Zambrano que en el naciente estado burgués La monja y la cortesana han sido los dos mayores intentos de individualidad femenina, la mujer que no es de nadie, que se consagra a Cristo, y la que es de todos; en medio queda aprisionada la mujer del hombre, esposa, guardiana de la tradición y esclava de lo genérico.







El día ocho de Marzo invito a todas las mujeres a reivindicar el derecho a la pereza, otro día os contaré por qué.

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